domingo, 2 de febrero de 2014

El poder de las palabras

Igual que un escritor crea un mundo nuevo a partir de una página en blanco, el ser humano crea su realidad con el lenguaje que utiliza. Y es que las palabras, tanto las que decimos como las que pensamos, son decisivas en la manera en que cada uno percibe e interpreta lo que les sucede.

¿Alguna vez te has preguntado por qué existen las palabras de ánimo? ¿Qué es lo que hace que dos personas distintas interpreten el mismo suceso de forma diferente? ¿O por qué cuándo nos piden que no pensemos en un elefante verde, eso es precisamente lo primero que hacemos?

Las palabras sirven para expresar pensamientos, ideas, para comunicarnos y también para darle forma a todo cuando se nos pasa por la cabeza. Casi todos nosotros mantenemos conversaciones interiores con nosotros mismos en las que nos decimos un sinfín de cosas, expresando con palabras, aunque mentalmente, todos aquellos pensamientos que tenemos. Todo esto que nos decimos a nosotros mismos influye sin darnos cuenta en nuestro estado de ánimo y nuestra forma de manejarnos en el mundo.

Henry Ford decía: "Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto".

Vamos a hacer una prueba. Lee este grupo de palabras al menos tres veces:

Negativo     Dificultad     Malo     Odio     Oscuro     Problema     Culpa     Tristeza     Desmotivación     Frustración     Dolor     Amargura     Miedo     Herida     Agresión     Decepción     Soledad     Ridículo     Pelea     Fracaso     Angustia     Desconfianza     Violencia     Rencor     Vergüenza     Confusión     Apatía

¿Cómo te sientes ahora? ¿Es diferente a cómo estabas antes de leer estas palabras?

Haz otra vez la prueba con respecto a estas palabras (lee todo el grupo al menos tres veces):

Positivo     Fácil     Calma     Paz     Amor     Motivación     Éxito     Coraje     Valentía     Seguridad     Confianza     Descanso     Beneficioso     Alegría     Amistad     Bueno     Maravilloso     Estupendo     Increíble     Diversión     Hermoso     Perfecto     Magnífico    Bienestar     Justicia     Grandioso     Luminoso

¿Qué ha ocurrido? ¿Cómo te sientes ahora?

Aunque nos guste pensar que somos conscientes de lo que nos pasa, en realidad nuestro inconsciente es el que maneja la mayor parte de nuestros procesos mentales. La parte inconsciente de nuestro cerebro trabaja a una velocidad mucho mayor que la parte consciente. Se encarga de clasificar y filtrar la información. Hecho esto, hace llegar a la parte consciente del cerebro la información que considera relevante y nosotros, como parte consciente, creemos que hemos sido autores de una idea o de que hemos tomado una decisión.
¿Y en qué se basa nuestro inconsciente para hacer este filtro? Pues en aquello que nos interesa por encima de lo demás.
Pondré un ejemplo que yo creo que nos ha pasado a casi todos; Estás pensando en comprarte un coche, una marca y color en concreto y de repente... te das cuenta de que nunca habías visto tantos coches iguales al tuyo por la calle. Los coches siempre estuvieron ahí, pero hasta ahora esta información no era importante y tu subconsciente la eliminaba. Otro por ejemplo, una mujer embarazada comienza a ver embarazos por todas partes... ¿seguro que antes no estaban ahí?
Esto es porque nuestro inconsciente se mantiene siempre alerta, cogiendo cantidades enormes de información del exterior y filtra según tengamos puesto nuestro foco en una u otra cosa.
Cuando a un niño se le dice que no vaya por el bordillo porque se va a caer y finalmente se cae, el niño puede decir (mi hermana lo decía) "¡me he caído porque tú me lo has dicho!". Y en parte tiene razón, nuestras palabras le metieron en su cabeza la idea de que se iba a caer y finalmente se cayó.

A veces llegamos al final del día y pensamos: "uff, ya sabía yo que iba a ser un día muy duro". Si este es el mensaje que mandamos a nuestro cerebro, éste va a buscar todos los indicios necesarios para que finalmente se cumpla. Es lo que se conoce como profecía de autocumplimiento. Nuestro cerebro no descansará hasta que se cumpla aquello de lo que nos hemos convencido que va a pasar.
¿Y si le das la vuelta? Si enfocas a tu cerebro en que va a ser un buen día, ¿qué puede puede pasar?

Imagina por un momento que tienes a una persona las 24 horas del día diciéndote al oído que en tu vida no hay más que problemas, que por mucho que hagas no lo vas a conseguir, que el esfuerzo es demasiado grande y que es mejor que te quedes como se estás. Sería horrible, ¿no?
Ahora, imagina por un momento que esa persona que te habla al oído te da ánimos, te dice que lo vas a conseguir y que merece la pena que sigas adelante. Eso es mejor, ¿verdad?
Tú eres quién te susurras al oído constantemente. ¿Qué es lo que te dices? ¿Qué puedes decirte que te ayude a conseguir tus objetivos?

Puedes comenzar a utilizar un lenguaje positivo contigo mismo desde este momento, donde ves un problema, llámalo oportunidad y convierte una dificultad en un reto, dite a ti mismo que lo vas a conseguir.

Esto es precisamente lo que hace la gente que parece estar siempre alegre y que todo le va bien. Cuando te encuentras con alguien que tiene mucha suerte o que parece que todo es perfecto ¿a qué da envidia? Su secreto es muy simple, se dicen a si mismos que todo va a ir bien y que van a lograr lo que quieren y su cerebro, que está enfocado en eso, buscará los más mínimos detalles para que se cumpla.

Puesto que el cerebro trabaja de esa forma, ¿por qué no le sacas ventaja? Puede que al principio te cueste, es normal. Llevas años haciendo justamente lo contrario y quizá haya momentos en que te sorprendas que has vuelto a hablarte de la misma forma que lo hacías antes. No pasa nada. Interrumpe tus pensamientos (una pista, ¡piensa en una lechuga!) y cambia tu forma de pensar. Con la práctica será algo tan natural en ti que te preguntarás cómo pudiste haber actuado de otra forma durante tanto tiempo.

¡Y el efecto es mucho mayor si lo dices en alto! Porque las palabras además de estar en tu cabeza, salen de tu boca y son recogidas de nuevo por tus oídos que llevan la idea otra vez a tu cerebro.

Te propongo que practiques durante una semana. Ponte frente al espejo y dite en voz alta varias veces: "Hoy va a ser un buen día". También puedes escribir la frase y leerla, así recibes el estímulo tanto visual como auditivamente. Además, utiliza la frase que mejor se adecue a tus necesidades. ¡Esto es sólo un ejemplo!

Cuando termine la semana, ¿qué diferencia has notado?

1 comentario: